El
aullido de los lobos en las lejanías rompía el silencio de la noche. La luz de
luna reflejada en el agua que golpeaba el acantilado, la única iluminación; mientras
Sira observaba por última vez el paisaje frente a ella.
Un
paso… Solo un paso y todo habría terminado.
El viento
soplaba enmarañando su largo cabello y haciendo ondear su vestido. Esperó que
su vida pasara frente a sus ojos, como decían que sucedía en estos casos, pero
nada llegó.
Solo
la certeza de que esa era su única posibilidad… Su único camino.
Sin
darse tiempo de repensarlo, dio el paso que faltaba. Un mareo la invadió
mientras su cuerpo caía libremente, hasta dar con algo sólido.
Levantándose
lentamente, se encontró en un amplio salón, de cara a un hombre sentado en lo
que solo podía ser descripto como un trono.
—Bienvenida a tu juicio final.
Es buenisimo Lucille, me encanto!!