24 octubre, 2013


Te veo venir despojado del sol
el corazón desteñido
la sangre amarga,
los pocos dientes
sin edad y sin color.
Tu alma seca
que sigue andando
en el pavimento mercenario,
cayendo de rodillas
rogando a las vertebras
que no te levanten,
que se seque tu alma
en el cordón oscuro
y escupa la miseria,
que escapen los años
de tus huesos de cristal,
que se queden tus llagas
en cualquier esquina
y que algunos labios
beban tu sed
y se traguen tu edad.
Pero ya lo sabes,
solo hay que seguir
andando.


Arturo Reviksam

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