Vivo en una pared de sangre,
con la entrada prohibida al cielo,
atado con las tripas gastadas
de caminar el mundo,
ya algún muerto pago por mi
y cobro por su calvario
un amanecer de risas,
despojado de la vida,
quien sabe donde,
finge que esta y me mira,
mira como las tripas
me atan a la tierra.
Arturo Reviksam
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