De la infancia atormentada
resuena la cajita de música
que se puede oír aun estando sordo.
El mar se colgó de las pestañas
por un pasado con heridas.
Errante de vino barato,
temblándole al presente.
El lienzo de la vida
fue arruinado a burdos pincelazos.
Los perros que aúllan
en viles antros te arropan
donde duerme el abandono.
Te quiero hasta la muerte,
o por lo menos hasta que amanezca.
Delirium tremens,
muelas con caries,
apagando las colillas.
Es de día o de noche?
Mas miserable que la miseria
humana.
Los perros que arropan no cesan el
aullido.
DIEGO ROMERO
DIEGO ROMERO
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